Fueron días difíciles. Tanto practicar rutinas, saltos y molinetes, alardear y casi festejar el oro, y al final todo se reduce a 1 minuto con 50 segundos, en los que las cosas no salieron como esperábamos.
No lo sé, debe ser en algún punto alrededor del 1:40. Todo iba más o menos. Sabía que habría deducciones en el Lutz-Loop-ToeLoop, que probablemente el Camello no había tenido las suficientes revoluciones, un trastabilleo en un Loop por ahí, y sin embargo todavía había esperanzas en el oro, pero 'little did I know...' En ese punto, alrededor del 1:40, a unos cuantos segundos de terminar la rutina, pasó la tragedia. Una caída, no recuerdo bien cómo ni por qué, sólo recuerdo que iba a entrar al salto, algo pasó y caí. Debo decir que cuando uno patina en hielo, entre las cosas que se aprenden, o al menos deberían aprenderse, es caerse y levantarse. En las prácticas probablemente no se pone tanto énfasis en eso, pero en cierto nivel, cuando empiezas a poner rutinas y demás, sabes que la música no se va a parar por tí, y que si tienes un tiempo específico para hacer una serie de movimientos en particular, lo mejor que puedes hacer es levantarte lo más rápido que puedas y empezar a acelerar el paso para tratar de alcanzar la música y recuperar el tiempo perdido. Caí, me levanté y continué.
Pero los peores golpes no te los llevas cuando intentas y fallas, sino cuando fallas por segunda vez. Di dos pasos y me volví a caer. Lo más lastimado de la primera caída fue la concentración, y de la manera más tonta perdí el equilibrio y volví a fallar. Uno está consiente de que puede caer, y se tiene que levantar, pero esa segunda vez me puso la mente en blanco. La música siguió avanzando, creo que incluso terminó, y aún me faltaban una combinación de saltos y un molinete. Por unos segundos no supe qué hacer, pensé en simplemente quedarme ahí, con suerte Paquito iba a ir a rescatarme y ya después podría explicarle que no me lastimé físicamente, sino emocionalmente, y que simplemente me quedé paralizada. Recordé lo que me decía Paco cada entrenamiento: "Pase lo que pase, tu terminas la rutina", así que sin música, y ante los ojos de la gente que había aplaudido asumiendo que la rutina había terminado, me levanté y concluí lo que había empezado.
Evidentemente quedé en segundo lugar, afortunadamente había alguien más que quedó en primero, porque nada peor que quedar en segundo de 1... bueno, sí, quedar en tercero de 1. Lloré, y lloré, y lloré... el resto de la noche y toda la mañana siguiente. Pensé en tirar mis patines por la ventana, no ir a la premiación por mi medalla, no quería hacer absolutamente nada porque me sentía un gran fracaso. Pensaba que Paco ya no me iba a dirigir la palabra en meses, y aunque él lo niegue, sí hizo berrinche, coraje, y tenía muchas ganas de ahorcarme por simplemente regalar el oro. Afortunadamente ya superamos esos traumas y seguimos trabajando en la meta original: Axel antes de que termine este año... y quién sabe, en una de esas sí alcanzamos la meta.
Mi estimada Carla, la plata no significa que hayas fracasado, sino una oportunidad de mejorar porque aún no has alcanzado la perfección, lo cual debería ser más estimulante y motivante que una medalla de oro, pues con esta última ya no tienes hacia donde crecer porque ya estás en la cima, en cambio la plata te ofrece un peldaño para escalar, ¡eso es grandioso! ¿no crees?
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