23 mayo 2011

El poder de admiración

No sé qué pasa con la gente en estos tiempos, quiero pensar que es un simple despiste, y no una clara muestra de egoísmo, que hay una buena razón, muy poderosa, como para salir huyendo de un lugar sin despedirte o aplaudir o dar la muestra que sea de respeto, y no simplemente que en estos tiempos se empieza a dejar de valorar el talento ajeno.

Ayer tuve la oportunidad de asistir a una presentación de la ópera "Tosca", en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México. No fue la mejor ópera que he visto en mi vida, aunque escuchar la muy famosa aria de Puccini "E lucevan le stelle" y leer los supertítulos me emocionó bastante. Como sea, todo salió muy bien, si acaso alguno que otro descontento por la escenografía un tanto moderna (ya me tocó escuchar a la gente abuchear a los escenógrafos por una cuestión así, y honestamente se me hizo una grosería, el no compartir gustos con alguien no significa que uno esté bien y el otro equivocado... además, en esa ocasión estaban presumiendo todas las nuevas posibilidades en el escenario del Palacio... y si no les parece, ¡que la hagan ellos!), todos actuaron bien, cantaron muy bien y demás. Y sin embargo, me sorprendió que, cayó el telón, y algunas personas salieron con urgencia, sin dar aplausos ni nada.

Será que yo canto más bien feito y admiro a toda esa gente con sus voces espectaculares, que no sólo interpretan palabras y notas musicales, sino también sentimientos... sentimientos como el amor, que hoy en día algunos ni siquiera pueden demostrarlo aún cuando realmente existe. Pero ya he visto esa actitud en muchos lugares: la gente está más preocupada en salir pronto del estacionamiento y no le toquen largas filas, que por demostrar un mínimo respeto a los demás, a quien sea. Lo veo los domingos en misa en la Parroquia de Santa Fe, donde se supone que uno espera a que el Padre haya salido del recinto antes de emprender la graciosa huida. Por supuesto que toda esa gente "muy devota" no quiere tener que ceder el paso a sus "hermanos" (que en general sólo son hermanos a la hora de dar la paz durante la misa, y a veces ni eso) en la muy congestionada salida del estacionamiento. Lo vi ayer, donde la gente, algunos seguramente con voz de pito o guajolote magullado, no reconocen el talento ajeno y prefieren no hacer SU fila de estacionamiento antes que darles a los cantantes una insignificante (para nosotros) muestra de aprecio que para ellos significa sentirse en las nubes o sentirse fracasado... y no digo que el aplauso de una persona en medio de las butacas prácticamente llenas haga una diferencia para los que están ahí parados en el escenario, pero creo que hace una diferencia en la persona que está del lado del público, entre ser una persona buena y educada, o ser un egoísta del cual todos deberíamos alejarnos. Y no es una cuestión de una vez en una situación aislada, es preocupante que cada vez esté pasando más, en más lugares y en diversas situaciones. Lo mismo con las señoras odiosas que critican a una patinadora por no sonreír, o con los que se suben al elevador y no dicen "buenos días", o que casi pasan sobre la gente de limpieza o seguridad en un lugar y no dicen "con permiso", o que pasar arriba de uno en el supermercado o en una tienda para tomar algún producto y ni siquiera piden perdón... lo que sí es que siempre habrá alguien que los menosprecie o maltrate tal como ellos lo hacen con alguien más. Ojalá todos fuéramos decentes y educados.

Y yo, como siempre de quejumbrosa, una queja más: Cómo es posible que hay gente tan despilfarradora como para tener guardaespaldas y escoltas, que al mismo tiempo son tan tacaños que no pagan estacionamiento para los 2 coches que traen, tan nacos que se estacionan en lugares prohibidos, y tan prepotentes para hacer que ni los policías se les acerquen a decir algo del tema. TODAS esas personas son unas nacas, porque el precio del coche que conducen no cambia la falta absoluta de educación en una persona. (Dirigido especialmente a todos los que se paran afuera de Arcos Bosques)

Y para los que leen esto por el tema del patinaje: en el segundo párrafo hablaba del aria del Tosca "E lucevan le stelle", para los que siguen el deporte, y no precisamente la ópera, es la música que patinó Evgeny Plushenko para su programa corto en Torino 2006.

Y oh, las buenas noticias: después de tanto tiempo, tantas caídas, tantos intentos, ¡¡SALIÓ ALGO QUE PARECE UN DOBLE SALCHOW!! Sí, probablemente medio incompleto y un tanto inestable, pero esos son los momentos que valen la pena de la vida: cuando después de mucho trabajo logras vencer el obstáculo que tenías frente a ti.

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