El patinaje sobre hielo es de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Siempre lo he dicho, y siempre lo diré: es tal vez mi más grande pasíon. Estar en el hielo es una sensación que, por más que la describa, es imposible de entender a menos que uno esté ahí, no es sólo estar sola en medio del hielo en una competencia con el rush de adrenalina que esto conlleva, es proponerse algo y, a base de mucho esfuerzo y trabajo duro, lograrlo; es superarte cada vez, levantarte después de una caída, lograr una rutina limpia en el entrenamiento, patinar más rápido, saltar más alto, sumarle una revolución a tu molinete... es ese delicioso silencio entre el sonido seco del toepick en el hielo y el sonido continuo luego de un aterrizaje.
Yo sé que llevo ya algunas semanas desaparecida... desde la Copa Adultos en Buenavista, para ser exactos. Han sido ya varias semanas desde mi último post, y no ha sido porque no he tenido nada que decir, que si no se me ocurre nada acerca del hielo, bien puedo escribir ideas de temas diversos. La verdad es que han sido semanas de silencio por una buena razón: llevo desde el primer fin de semana de mayo fuera del hielo. Mis patines están sin cubrecuchillas, arrumbados en mi clóset, permitiéndo que las cuchillas se sequen perfectamente bien (he aprendido mi lección: la última vez que mis patines se fueron al clóset, las cuchillas se oxidaron un poco, y no me volverá a pasar). Mis patines y yo estamos un tanto tristes porque nos enfrentamos a una larga pausa, no sé hasta cuándo, no sé qué vaya a pasar después, no sé si para entonces tenga que reaprender el salto de tres que ya sale en automático... sí, es triste, pero a veces uno tiene que hacer cosas difíciles por un bien mayor. La verdad es que estoy embarazada, y a finales de este año esperamos ser bendecidos con la llegada de mi segundo bebé... si hacen cálculos, en realidad tenía como un mes de embarazo cuando fue la Copa Adultos, y esa fue una de las razones por las que decidí no competir: en aquel entonces estaba agotada, los entrenamientos para la exhibición de Sincronizado me eran francamente mortales, y definitivamente no hubiera soportado los entrenamientos para una rutina individual... de hecho tengo la teoría de que el cansancio influyó un poco en mi terrible actuación en la final del Interpistas (por poco caigo de agotamiento al final de la rutina).
No había dicho nada porque quería esperar a que todo el asunto pasara la etapa de riesgo y ya estuviera en lo que llaman el "segundo trimestre". De aquí en adelante, a cargar con una panza que crecerá cada vez más, dejarse consentir por todo mundo... y, lo siento mucho, reducir mi patinaje a llevar a María José a patinar en hielo por primera vez (me lo ha pedido varias veces ya.... parece que el gusto por el patinaje sí es genético).
Espero no desaparecerme, y en serio trataré de ir a echar porras a las competencias que pueda, y es que con esta adicción, es simplemente imposible desconectarse del hielo.
El domingo pasado fue mi cumpleaños... nos fuimos de viaje junto con mi familia política, ya que mi cuñado Alejandro se graduó de su maestría (Muchas felicidades cuñao!), así que no me puedo quejar en lo absoluto de la celebración, y aunque estuve desconectada varios días (y por eso Blanca me venció en Preguntados), regresé a ver mi facebook y me encontré con muchas felicitaciones, de gente cercana y otra no tanto, pero todas ellas las agradezco... aunque me hubiera gustado que Cristóbal, en lugar de mandarme una foto, me hubiera mandado el pastel jejeje.
Extraño el hielo, como no tienen idea, pero estoy más que convencida que este sacrificio es diminuto comparado con toda la felicidad que da el tener un hijo... además, después tendré más compañia para ir a patinar. :)
Uy, por cierto, ¡salimos en un artículo acerca del aptinaje sobre hielo en México! No dejen de checar el video: http://www.unotv.com/noticias/entretenimiento/detalle/Pistas-hielo-865101/
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