El pasado miércoles me caí, muy muy feo, mientras estaba patinando. Un movimiento que, en lo personal no considero complicado, llamado "Tijera" o Split Jump, salió muy mal en el aterrizaje, me fui de boca, con todo, por poco me llevo a una pobre niña que tomaba su clase cerca de ahí (y por poco ella me da un accidental cuchillazo en la cara), creo que causé un poco de preocupación entre los coaches que andaban por ahí (bueno, causé mucho orgullo en mi coach Paquito, que me dijo que la méndiga tijera salió muy bien, excepto por el aterrizaje). Es una de mis peores caídas, aún tengo los raspones (gracias al "magnífico" hielo con que contamos en Pabellón Bosques) y moretones. Pero caídas han habido muchas, algunas intrascendentes, otras que me han sacado del hielo algunos días, y seguro habrá muchísimas más.
En el patinaje hay personas talentosas que probablemente nunca hayan tenido un moretón por culpa de una caída, habemos otros tantos, no tan afortunados, que hemos empezado a hacer cayo al grado de que ya casi ni se sienten... y probablemente haya otros más desafortunados para los que una caída las ha significado retirarse del deporte. Y la diferencia yo creo que no es la caída en sí, sino la reacción una vez que estás tendido en el hielo. Hay varias posibilidades: en el mejor de los panoramas, la caída no va más allá de un trasero mojado, te levantas y prosigues como si nada. Por el contrario, en el peor de los casos, levantarse ya no es una opción, sales en los brazos de alguien (o en una camilla) y puedes despedirte del hielo por un buen rato... en estos dos casos, la reacción es muy evidente y creo que no logra mostrar el verdadero caracter de una persona (aunque la persona que regresa al hielo después de una férula o yeso merece mucho respeto). Es en todos los casos intermedios donde te puedes dar cuenta de muchas cosas: hay el caso del que crea un nuevo temor a cierto movimiento y básicamente se estanca ahí; está también el caso de la que "llora" y prefiere tomarse una pausa; y finalmente está el valor que necesitamos en este país, este mundo, esta humanidad: está el que se levanta y lo vuelve a intentar. No es fácil, y tal vez no sea al momento, pero lo importante es analizar lo que pasó, qué fue lo que salió mal, pensar en una estrategia para evitar el mismo error, probar la eficacia de la estrategia, practicar mucho para que el error se convierta en un obstáculo definitivamente superado... simplemente no dejarse vencer por nada.
Cualquiera cae, hay que diferenciarnos por ponernos de vuelta en pie y volverlo a intentar.
Y hablando de "No dejarse vencer", disculpen la breve pausa en este blog, pero mi abuela ha estado internada en el hospital desde el lunes, fue operada esta mañana, y con tan sólo un 35% de posibilidad de éxito, la cirugía salió como querían, y hasta el momento no han habido más complicaciones. Ella se encuentra bien, un poco traqueteada, pero con ganas de seguir en este barco llamado vida... así que, con las suficientes ganas, sí se puede vencer a ese 65% en contra.
Interesante la similitud entre las caídas del patinaje y las de la vida, me parece que en la vida no solo es importante levantarse, sino el "cómo" te levantas, pues no es lo mismo levantarse cojeando con cara de dolor, que poner la cara en alto y sonreír a pesar de todo, eso determina nuestra actitud y carácter.
ResponderBorrarLamento saber lo de tu abuela, pero la parte positiva es que se encuentra bien y con una actitud de vencer los obstáculos de la vida, eso va a hacer que se recupere pronto. Y por supuesto lo que necesites estamos para apoyarte mi estimada Carla. Un abrazo y otro para tu abuela con mis mejores deseos de pronta recuperación.