Recuerdo mi primera competencia, en la pista de Pabellón Bosques. La música de mi programa era de Jurassic Park, duraba 1 minuto con 50 segundos, competía en Básicos Mayor. Mi primera competencia, me caí en una combinación de saltos casi al final de mi programa, terminé de patinar y me salí, sin despedirme de los jueces ni nada. Mi vestido era de terciopelo negro, con falda de gasa y algunas cuantas lentejuelas negras. Me sentí mal, un fracaso total. Las siguientes competencias no fueron mucho más afortunadas, y mis sentimientos al respecto no fueron mucho más positivos.
Después me fui a Estados Unidos, y conocí una idea totalmente distinta del patinaje: el patinaje de adultos. En un lugar donde la gente es intelectualmente brillante (desde estudiantes hasta PhDs del MIT), el apoyo de todo el grupo a la persona que está patinando es algo maravilloso. Todo el mundo está dispuesto a ayudar, hay voluntarios dando clases gratuitas u organizando números para el show del Club de Patinaje Artístico del MIT. No se trata de una medalla, se trata de vencerte a ti mismo. Esto último he tardado mucho en entender, pero creo que finalmente me ha caído el veinte.
Fuera de los competidores serios, que realmente aspiran a lograr algo en competencias internacionales, el resto de los patinadores, y especialmente los adultos, no estamos por las medallas, estamos por la superación personal... Por supuesto que una medalla "dorada" no le cae mal a nadie, pero como siempre lo he dicho: con el simple hecho de pararte en el hielo ya eres un vencedor:
He vencido al cansancio,
he vencido al dolor,
he vencido al miedo,
he vencido a la falta de tiempo,
he vencido a todas esas voces que dudan que todo esto tenga sentido,
he vencido la pena,
he vencido al "qué dirán",
he vencido a mi cuerpo,
he vencido a mi mente,
he vencido a mi espíritu,
me he vencido a mí misma,
Y por eso, todo adulto que se pare en el hielo es, y siempre será, un vencedor.
03 diciembre 2015
26 agosto 2015
¡¡Fuerza Artístico!!
No'más me voy tantito, y hacen cada cambio en la Federación... Pues resulta que pusieron de requisito para ir al Nacional, participar en alguna otra de las competencias a nivel nacional, entiéndase Hielojuegos o Festival Olímpico. Hielojuegos fue en mayo o algo así, en algún lugar cercano a la Ciudad de México. Después de esta competencia fue cuando hicieron el cambio en los requisitos para participar en el Nacional. Era de esperarse que mucha gente no fue a Hielojuegos, y ahora se ve en la obligación de ir al Festival Olímpico. Éste es mi caso.
Regresé a patinar en mayo. Evidentemente no estaba en condiciones para participar en nada en aquel entonces. Ahora, tendré que sacudirme la flojera, armarme de valor, y lanzarme hasta León, Guanajuato. Es un requisito, en realidad no espero un resultado muy bueno, no he patinado mucho últimamente, y apenas regresé al hielo a prepararme para la competencia el lunes.... no habría mayor preocupación de no ser porque la competencia es en menos de un mes.
Pero, como bien lo digo en el título de este post: ¡¡Fuerza Artístico!! Si hay una característica que compartimos la mayoría, si no es que todos los patinadores, es un cierto grado de masoquismo. Llevo con un dolor de tobillos/espinillas/alguna-cosa-por-el-estilo desde hace tiempo, y sin embrago mi respuesta al problema es una que probablemente muchos dirían: "Bueh! No importa, los patines mantienen todo en su lugar, ni se siente!". Me preocupé porque tenía menos de un mes para prepararme, pero leo de mi amigo Gerardo que el invertirá dos semanas o algo así... También he visto casos de gente en exhibiciones, que al medio día del día de la exhibición, aún no tienen muy claro qué van a patinar... y lo sacan adelante. O el chico que se torció el tobillo (o algo así) a mitad de competencia, y aún así trató de terminar su programa.
No sé si es la gente que se mete al deporte, o se aprende ya que estás dentro, pero definitivamente una característica del patinaje artístico es caerse, e inmediatamente después levantarse. Ese es un gran aprendizaje para la vida.
¡Vámonos para León!
Se está organizando todo un equipo para ir en bola al Festival Olímpico. Estoy tan emocionada...
Ocio en el tráfico
En esos infinitos momentos que pasa uno en el tráfico, se me ocurrió una frase (o algo por el estilo):
"Hay muchas razones por las cuales uno fracasa... pero la única por la cual sentirse avergonzado es por no haber dado el todo."
31 julio 2015
Gracias, gracias, mil gracias
Hacía mucho que no andaba por estos lares. Lo sé, han sido meses muy intensos, y aunque hubo momentos de mucho estrés, tristeza, y miedo, toda esa página se está cerrando ya.
A principios de este año, nos dieron la noticia de que mi esposo necesitaba una intervención quirúrgica. Eso puede poner nervioso a cualquiera, y no debería haber mayor problema, la diferencia en este caso era que debía ser una cirugía a corazón abierto. Lo que es corazón y cerebro imponen, y luego de escuchar la descripción del procedimiento, para mí fueron meses de angustia, cada vez que pensaba el tema por lo menos se me llenaban de lágrimas los ojos. Finalmente llegó el día. Todo salió bien, y la recuperación parecía que iba excelente, hasta que se dieron cuenta de que mi esposo tenía un derrame pericárdico y tuvieron que intervenirlo nuevamente de emergencia. En total pasé unos 10 días yendo a verlo a terapia intermedia, que básicamente es terapia intensiva pero con una enfermera que tiene chance de respirar sin necesidad de estar junto al paciente. Pasamos unas 3 semanas y media en el Instituto Nacional de Cardiología. Conocí algunas personas y sus historias en la sala de espera de terapia intensiva. Vi gente entrar y salir de ahí, muchas enfermeras se presentaron conmigo, del turno de la mañana, de la tarde, de la noche. Pasé ahí mi aniversario, recibiendo las felicitaciones de los guardias de la entrada, compartiendo pizza con las enfermeras... y aún así, me doy cuenta de que somos muy afortunados. Aunque nos tocó una complicación post-quirúrgica, hay gente que no sobrevive a la cirugía... aún más, hay gente que ni siquiera alcanza a llegar al hospital. Mis hijos están sanos, fuera del reflujo prácticamente controlado de Daniel, hay mamás que pierden a sus bebés ahí. Estábamos en un cuarto privado, con terracita y toda la cosa, hay gente que tiene que dormir en las sillas de la sala de espera "como perritos" (tal como lo describió un seños que conocí en la sala de espera). Iba y venía en coche entre ver a mi esposo y ver a mis niños, había familias cuyos otros niños estaban en otros estados del país (como Morelia), y los papás aquí, durmiendo en un albergue. En algún momento, José Antonio me dijo que eramos muy afortunados, le dije que no eramos tan afortunados como los que estaban afuera del hospital, pero luego me asomé por la ventana y vi en el estacionamiento de ambulancias una carroza fúnebre, no puedes evitar pensar cosas.
Finalmente salimos del hospital. Siempre estaremos muy agradecidos con el médico tratante, los cirujanos, sus asistentes, las enfermeras, el personal de limpieza, la gente en la cafetería, los guardias de seguridad, el señor del estacionamiento... mucha gente que te aliviana todos esos momentos que a veces se perciben de lo más oscuros.
Y también estaré muy agradecida con la gente que estuvo ahí, antes (con la donación de sangre) y durante todo esto, aunque algunos tan sólo fuera por whatsapp, echándonos porras, escuchando (o leyendo) cómo despotricaba contra todo, o simplemente preguntando cómo íbamos y ofreciendo su ayuda. Con esta experiencia realmente conocí a mucha gente que me rodea, para bien o para mal, y conocí gente que nunca hubiera imaginado que estaría ahí.
Nunca sabes qué tan afortunado eres hasta que ves tus bendiciones tambalearse, pero al conocer gente como tú, en la misma situación, te das cuenta de la calidad de la gente, y no es competencia, todos deseamos la mejoría y recuperación de todos los pacientes por igual, tal vez porque entendemos a la perfección la situación, no hay envidias, tan sólo auténticas alegrías.
Es muy fácil echarle la culpa al médico, al cirujano, a la enfermera, a quien sea, pero tuve la fortuna de estar en una junta con los médicos de José Antonio: el médico tratante, el cirujano, el intensivista y su residente, y aunque sí pasan los errores, vi un poco más de cerca lo que pasa por su mente, y quedé convencida de que debía confiar ciegamente en ellos, sin dudar, sin presionar. Tal como me lo dijo el cirujano: confianza y paciencia.
Ahora empieza el periodo de recuperación, todo será mejor... no fácil, pero definitivamente mejor.
Mil gracias a Alfonso Buendía, a Jorge Luis Cervantes, a Antonio Benita, y todas las demás personas que estuvieron ahí, que sigan dando vida a muchas personas más por mucho tiempo más.
28 abril 2015
El directorio actualizado!!
Bueno, acabo de actualizar el directorio de pistas de hielo en el Valle de México.
Si alguien sabe de alguna pista de hielo que no esté listada aquí, les agradeceré mucho que me pasen el dato.
:)
Si alguien sabe de alguna pista de hielo que no esté listada aquí, les agradeceré mucho que me pasen el dato.
:)
Como volver a casa...
El fin de semana antepasado fui a ver las competencias de patinaje a Forum Buenavista. Conocía a muy pocos competidores, y el guardia de seguridad ni siquiera me dejó pasar a saludar y desearles suerte antes de su competencia, pero estos eventos son más que ver gente patinar: Saludas a amigos que hacía mucho no veías, comentas los resultados, recuerdas anécdotas, conoces gente que está en el mismo canal que tú. Disfruté muchísimo ir porque, como lo dice el título, fue como volver a casa y ver a la "familia" patinadora. Le agradezco infinitamente a José Antonio que se quedó con los niños para que yo pudiera ir.
Y hablando de "familia patinadora", por razones de fuerza mayor (la pista de Pabellón Bosques es una desgracia) me he visto en la necesidad de mudarme. Ayer fui a mi clase de prueba a la que espero sea mi nueva casa. después de casi un año de hacer básicamente nada de ejercicio, echarme un maratón de entrenamiento me dejó totalmente adolorida, y agotada, pero sobre todo me dejó pensativa acerca del precio que debo pagar. Fuera de los $xx que tenga que pagar, debo despertarme muy temprano en domingo y sacar leche suficiente para Daniel, debo manejar varios kilómetros (afortunadamente sin tráfico), y pierdo bastante tiempo de convivencia con mi familia, lo que creo que es lo más costoso. Patinar es mi más grande pasión, pero esta vez será el regreso más difícil de todos... tal vez por eso siento la obligación de sacarle el 150% de provecho de esa clase: ¡A trabajar se ha dicho!
Ahora les platico del maratón de clase. Fue interesante, comenzamos dando algunas vueltas al hielo, luego algunos steps cortesía de Paquito, y luego cada grupo se fue a su sección de la pista. El grupo en el que estoy está muy padre, todas trabajan duro, hay mucho entusiasmo y sobre todo apoyo de unas a otras, que es de lo mejor que se puede pedir. Aún no sé el nombre de todas, pero supongo (y espero) que Paco hará una presentación oficial la próxima clase. Después de la clase de grupo, en la que no me fue tan mal como esperaba, hubo algo así como una clase masiva de coreografía por parte de Nacho. De ahí nos fuimos a piso y vimos distintos tipos de baile, como ballet, danza contemporánea, jazz, hiphop, y cumbia (o tal vez salsa), terminando con un algunos estiramientos y un poco de relajación. Fue una clase muy intensa pero valió la pena el esfuerzo (y los dolores de piernas que me atormentan ahora mismo).
Y cambiando de tema, ahora Paco cayó de mi gracia al decirme que la música que tanto me encanta de mi programa para Adulto Plata es horrible. Me niego a cambiarla. pero puedo proponer una música para alguna otra ocasión. Patinadores, favor de abstenerse de pirateársela. ;)
18 abril 2015
El peor enemigo en casa
En realidad, esto aplica a absolutamente todo en esta vida. Yo creo que todos nos hemos topado alguna vez con este tipo de enemigos.
Como ya conté alguna vez, empecé a patinar cuando tenía 24 años. Cuando era niña, convencí a mis papás de que me inscribieran a un curso de verano de patinaje sobre hielo, en la pista de Galerías Reforma (la que estuvo por muchos años sobre la carretera México-Toluca). No recuerdo que edad tenía, recuerdo que era todavía una niña, definitivamente no la más pequeña del grupo. En algún punto, comenzaron a enseñarnos los cruzados (cuando cruzas los pies mientras das la vuelta alrededor de la pista), el ejercicio consistía en ir cruzando los pies sin movernos hacia adelante. Me tropecé o algo así y me caí, y recuerdo que hubo risas y algún comentario sarcástico del profesor. Mientras yo apenas podía patinar hacia adelante, algunas niñas ya hacían molinetes en dos pies, y la verdad es que me sentí bastante desanimada.
Pasaron los años.... muchos años, debo decir, y fui a pedir informes para mis clases de patinaje. de no ser por Elvira, mi primera coach, probablemente este blog no existiría, no sabría que mientras yo escribo en este momento se está llevando a cabo la Copa Buenavista (o exámenes, o algo así), y tal vez estaría haciendo algo más productivo pero mucho menos placentero que escribir un blog acerca de mi más grande pasión. Pero bueno, volviendo al tema, Elvira me aceptó como su alumna. Tiempo después de confesó que, al verme, pensó que no iba a pasar del salto de tres, e iba a huir del deporte al darme cuenta de que no es algo fácil. Afortunadamente, Elvira creyó en mí (aunque sea un poco), me aceptó y me dio la oportunidad que muchas veces pensé que no tendría nunca. Gracias a ella, vencí a uno de tantos enemigos que hay: toda la gente que te ve y piensa que estás demasiado grande para aprender a patinar en hielo.
Ya una vez dentro de este mundo del patinaje, me he encontrado con muchos otros enemigos. Mi familia, que opina que estoy muy grande, que es muy peligroso y me voy a partir la pierna en 20 pedazos o algo así, que no me tome la molestia de ir a una competencia porque no es como que vaya a perder el oro olímpico. Nunca tendré un oro olímpico, pero aunque una que otra vez sueñe que, por arte de magia, logro hacer un triple axel, las medallas no son mi incentivo para pararme en el hielo. Sólo cuando encuentras tu gran pasión te das cuenta de que las medallas o reconocimientos no son el incentivo que te mantiene haciendo lo que te apasiona. Lo haces por el puro gusto... por supuesto que las medallas iluminan tu día, pero éstas terminan arrumbadas en alguna esquina de la habitación (o se convierten en un juguete más de María José). Me recuerda una frase que me dijo mi esposo alguna vez, citando a uno de sus filósofos consentidos G.K.Chesterton: "If a thing is worth doing, it is worth doing badly" ("Si algo vale la pena hacerlo, vale la pena hacerlo mal"). Aunque de primera impresión parecería algo raro, Chesterton habla de que las cosas que valen la pena hacer, valen la pena que las hagas, aunque sea mal. reflejándolo en el patinaje: Vale la pena patinar, aunque nunca llegues más allá del salto de tres.
Luego de filosofar un rato, volvamos al tema. Llegó el día del primer Nacional en el que competiría. Me tocó competir justo el día que le harían la fiesta de cumpleaños #90 a mi abuela... y debo decir que, para cuando me inscribí al Nacional, la fecha en que celebraríamos a mi abuela iba a ser el fin de semana anterior al Nacional... podrán imaginarse lo molesta que me sentía cuando me dijeron del cambio de fecha para la fiesta, cosa que empeoró al enterarme que competía justo el día de la fiesta. Bueno, el caso es que me fue muy mal, me caí dos veces, de la forma más tonta que puede haber, quedé en 2o, de dos, Paco dejó de dirigirme la palabra como por una semana, y estuve a punto de tirar mis patines a la basura. Mi peor enemiga era yo misma, que estaba segura que patinar no era lo mío, que nunca lograría nada (como en el resto de mi vida) y que lo mejor era desistir. Ese es tal vez el peor enemigo que puede haber: esa pequeña voz interna que trata de convencerte de que no puedes. Por eso es importante rodearte de las personas indicadas: José Antonio no me dejó rendirme y me recordó lo mucho que amo patinar en hielo, Paco me ayudó a callar esa pequeña voz de "no puedo", y algún tiempo después logramos algo que nunca pensé que pasaría: 1er lugar en Hielojuegos (competencia a nivel nacional, tal vez la 2a. más importante, después del Nacional). A la fecha, ese es uno de los días más felices de mi vida, y por eso les estaré eternamente agradecida a José Antonio por estar siempre ahí y creer en mí, y a Paquito por no darse por vencido con mi terrible patinaje.
El peor enemigo es el que te dice que no puedes, esté fuera o dentro de tí (este último es el peor), por eso debes rodearte de voces más fuertes que te digan que sí puedes, o que al menos lo intentes. Hay que arriesgarse a perseguir los sueños, porque así corres el riesgo de alcanzarlos.
¡Por supuesto que se puede!
12 abril 2015
Mi "No Salto de Tres"
Si Paquito hubiera estado ahí, probablemente le hubiera dado un pequeño infarto. Fui a patinar con mi niña, después de casi un año de no entrar al hielo. Le pregunté a María José si quería verme saltar, me dijo que sí, así que la llevé a la orilla y le dí mis lentes. Me dirigí al centro de la pista y pensé que un salto de tres era la opción: es fácil, no requiere mucha velocidad ni altura... que podría salir mal....
¿Qué podría salir mas? ¡Pues el salto de tres por supuesto! El primer intento fue un fracaso total, mi ego herido me obligó a intentarlo nuevamente de inmediato y salió algo que podría ser bien visto en Debutantes 1 o algo así. Quedó demostrado que el patinaje tiene una parte importante de feeling: no importa cuántas veces te lo expliquen, cuántas veces te lo demuestren, hasta que no lo experimentas tú, con tu propio cuerpo, no puedes entender de qué se trata. Luego de casi un año, uno pierde la conciencia de su propio cuerpo patinando, afortunadamente no es tan difícil recordarlo, pues como bien dicen "lo que bien se aprende, jamás se olvida". La vez pasada que dejé de patinar regresé mejor que nunca.... esta vez sé que será igual, y saldrá el axel, y saldrá el doble salchow... y con suerte hasta un sit spin que parezca sit.
Estoy tan cerca de volver a patinar... y estoy tan emocionada por hacerlo y ver todo lo que viene con ello...
Cambiando de tema: Se viene la Copa Buenavista y la Copa Adultos, el próximo fin de semana (del 17 al 19 de abril) en la pista de Ice Station (Centro Comercial Forum Buenavista). Entrada libre, y una oportunidad para ver algunas "patinolas"(como mi sobrina Lu llamaba a las patinadoras cuando era pequeña) de todas las edades y de todos los niveles. Por supuesto que no competiré yo, pero iré a echar porras a los amigos, conocidos y no tan conocidos.
Mi blog está de vuelta. :)

06 abril 2015
Síndrome de abstinencia: por qué NECESITO regresar al hielo
Veo publicaciones y más publicaciones de ISU acerca de los muchos eventos que hay. recientemente se llevó a cabo el Mundial de patinaje artístico... me lo perdí, entre que no tengo Sky, ni IceNetwork, ni tiempo disponible para ver repeticiones, a lo más que llegué fue a enterarme de que el español Javier Fernández ganó en la categoría varonil. Cada vez me siento más desconectada de todo el tema... tal vez por eso, en parte. no he escrito nada en este espacio.
El patinaje es adictivo. Tal vez sólo lo entiendan los que patinan razonablemente seguido, pero todos los demás créanme, llega un punto en que se convierte una necesidad, y si estás fuera del hielo por un tiempo empiezas a ponerte de mal humor, algo hostil, un tanto depre, y definitivamente te sientes incompleto. Llevo así ya varios meses, ya siento cierto coraje con el tema, y ruego porque llegue el día de volver al hielo... se acerca, yo lo sé, y por lo pronto voy a hacer hasta lo imposible para darme una vuelta en la Copa Adultos que se llevará a cabo en la pista de Forum Buenavista en algunas semanas (aún recibo las convocatorias a las competencias).
¿Qué es lo que me gusta de este deporte? En realidad me gusta absolutamente todo (excepto los malos jueceos, de los cuales todos somos víctimas de vez en cuando). Es muy gratificante aprender algo nuevo, lograr ese salto que tantos dolores de cabeza (y trasero) te ha dado, incluso se siente bien patinar a toda velocidad en sesión pública y quedar como una presumida de lo peor (acéptenlo, nos gusta presumir). Me encanta buscar la música para mi próximo programa, y luego editarla para que quede de la duración necesaria, tengo incluso música editada que tal vez nunca use. Puedo ser como niña chiquita y escuchar mil veces la misma canción en el coche, y a veces en el alto hasta hago memoria de qué salto o molinete va en cada parte de la música... ahora trato, de vez en cuando, de recordar el último programa que pusimos para Adulto Plata, pero tiene tanto tiempo ya que se ha vuelto un tanto borroso, pero sigo amando la música así que habrá que adaptar nuevamente. La parte técnica de poner el programa en sí puede ser un poco cansada, más emocionalmente que físicamente, pero empezar a practicar el programa completo es de lo mejor que hay. Debo decir que, y creo que ya lo he escrito antes, unas semanas antes de la competencia, o presentación, creo que se llega a un punto en el que uno se pregunta por qué está haciendo eso, por qué competir, por qué aguantar tanto estrés y cansancio físico de a gratis... me encantaría si otros patinadores pudieran decirme si les pasa lo mismo, y realmente dan ganas de tirar la toalla e irse a descansar... luego llega la competencia con su respectivo rush de adrenalina, todo el ambiente del evento, los compañeros patinadores (en Adultos es de lo mejor que hay), y es como si estuvieras en un universo aparte, donde sólo hay gente que comparte tu gusto, que te entiende. Es algo que no puedes compartir con cualquiera, y simplemente no hay palabras para describir la emoción. Y luego, llega el día en que logras quedar en primer lugar y te sientes la reina del universo...
Sigo en en síndrome de abstinencia, pero el patinaje me hace feliz y llena una parte de mí que sólo este deporte puede llenar. Tengo que volver, aunque tenga que cruzar media Ciudad de México para llegar a ese hielo que me haga sentir bien.
... y bueno, no sólo de patinaje vive Carla, también podría alimentarme de esto por toda la vida :)

11 enero 2015
Verdaderas princesas (y príncipes)
¡Bienvenido 2015!
Veremos qué nos trae este año. Por lo pronto, inicio con un pequeño de unos cuantos días de nacido, una fiesta de cumpleaños #3, y las indicaciones del doctor de no hacer ejercicio hasta nuevo aviso. Paco osó prguntarme si pensaba regresar a patinar algún día.... bueno, ¡hasta la pregunta ofende pues! Espero estar de vuelta en el hielo para mediados de este año, y entre la lista de propósitos para este 2015 están sacudirme la flojera y pararme de vez en cuando en el gimnasio (que sucede que está a la gran distancia de 12 pisos de casa, e implica sólo oprimir el botón del elevador), lograr hacer un axel decente y consistente, un sit spin que cuente como tal... en una de esas pasar el examen de Preliminar... y el más importante de todos: tener la fuerza de voluntad de ahorita durante todo el año.
... y no abandonar el blog, aunque haya veces que no escribo acerca del tema original.
Al grano: Verdaderas princesas.
En realidad me sería muy difícil ser objetiva, pero creo que cualquier persona que no practique este deporte, cuando ve a una patinadora, en realidad ve a una niña que le encanta vestirse de princesa. Nada como esos vestidos de colores pastel con muchos brillantes por todas partes, ese cabello estirado con toneladas de gel, maquillaje de ensueño y una linda sonrisa de dientes blancos perfectos... toda una princesa. Y no dudo que muchas niñas empiecen a patinar justamente por esa imagen tan encantadora de una princesa que cruza con toda la gracia del mundo el hielo blanco. Pues sí, creo que las patinadoras son lo que toda princesa debería ser, y tal vez alguna que otra feminista se moleste por esto, pero no tiene nada de malo verse bonita... y respeto a las mujeres que eso no les interesa, cada quien debe verse como se sienta bien consigo misma. Pero, el punto más importante aquí, es que no es la princesa desvalida de las películas de Disney. La próxima vez que veas a una patinadora, con todo y sonrisa, piensa por un momento que lo que la hace ver tan bien no es su vestido o su sonrisa, por supuesto que ayudan, pero imagina la cantidad de veces que se ha sobrepuesto a la adversidad, las millones de veces que se ha caído pero se ha vuelto a levantar, la cantidad de horas que ha dedicado a prepararse, en el hielo y fuera de él, todos los fracasos que han venido antes de los éxitos. Eso es lo que debe ser una princesa: alguien con una enorme fuerza interior, valiente, fuerte, y aún así con energías para sonreír a los demás.
Si quieres iniciarte en este deporte, piensa que lo de menos son los vestidos, el hielo encenderá una llama en tí que ni siquiera imaginabas que existía.
... Algunos comentarios: No todas las patinadoras se visten de princesas, no toda la música es clásica, no todas las faldas son de tul, pero esa fuerza interna aplica sin importar vestido, música, o habilidades sobre el hielo... eso es algo maravilloso de este deporte: se adapta a tus gustos y necesidades, y aún así siempre te hace más fuerte. Otro comentario: por supuesto que también aplica a los hombres... y muchos hombres fuera del deporte criticarán a los patinadores, y los tacharán de millones de cosas despectivas, pero sólo hace falta que esos hombres ignorantes se pongan unos patines para que se den cuenta de que no cualquiera hace un triple... y que realmente no importa el atuendo de cisne.
Noticias: me vengo enterando que finalmente cerrarán la pista de Cuautitlán. Es triste, pero el deporte está tomando fuerza, especialmente entre los adultos, y eso lo demostró la lista de 8 competidoras o algo así en la categoría Bronce en el último Nacional: ¡¡¡VENGA ADULTOS!!!
Johnny Weir y su programa corto en los Juegos Olímpicos de Invierno Turín 2006... un claro ejemplo de lo que hablo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)