21 mayo 2010

De cómo llegué a una pista de hielo... (parte 3)

¡Vaya que se alarga esta historia!
Bueno, el peregrinar en busca de clases de patinaje. Estaba en último semestre de la licenciatura, hacía mi servicio social los sábados en la mañana en un comedor para gente en estado de miseria (y al decir miseria es, en serio, miseria) manejado por padres de la orden de los Vicentinos, que se ubica en la zona del Centro Histórico de la Ciudad de México. Además, había empezado a trabajar como becara en Grupo Modelo... cada semana era realmente agotadora: entraba a trabajar a las 8:30am. Después de comer en algún lugar en la zona de Polanco, donde en aquel entonces estaban las oficinas, me iba a la escuela a mis clases que terminaban a las 10pm, de lunes a jueves. Los viernes por la tarde era descanso, porque el sábado por la mañana, entre 10:30 y 11am tenía que estar en el Centro Histórico para el servicio social, que terminaba por ahi de las 3pm.
Aún así, fui a la pista de Lomas Verdes a preguntar acerca de la escuela de patinaje. Me hicieron una evaluación para ubicarme en algún nivel (Gamma en aquel entonces... lo cual no era malo, considerando que prácticamente lo que sabía lo había aprendido yo por mi cuenta, y mi triste salto de tres lo hacía al revés), y luego de eso, me comentaron las opciones de horario que había para mí. Obviamente, ninguna se adaptaba a mi eternamente ajetreada semana.
La siguiente parada, una vez que terminé el servicio social, fue la pista de Galerías Reforma. Fue entonces cuando me topé con la realidad: si había clases, pero eran únicamente para niñas pequeñas, y yo, a mis 24 años, no era bienvenida en la escuela de patinaje. Ahí me comentaron que podía pagarle directamente a una instructora, y me contactaron un una "niña" unos 6 o 7 años menor que yo. Tomé 2 o 3 clases pero no funcionó. Ella era muy informal, supongo que llegaba cuando sus papás podían llevarla, etc. etc. Empecé a pensar que eso de tomar clases de patinaje no iba a pasar, hasta que un día regresando del trabajo (para entonces, las oficinas de Grupo Modelo ya se habían mudado a Santa Fe), se me ocurrió pasar a preguntar personalmente a la pista de Pabellón Bosques.
En primera instancia me vieron raro, probablemente pensaban que buscaba clases para mi hija o algo así, pero hicieron el intento y me ofrecieron a una instructora también 6 años menor que yo, lo cual fue frustrante (ya sabía que no iba a funcionar). Supongo que vieron mi cara y pensaron que tal vez podían encontrar a alguien que se lanzara a la aventura de enseñarle a patinar a alguien tan grande. Fue entonces cuando conocí a la que fue mi coach durante más de 2 años, hasta que me vine a vivir a Boston: Elvira. Y a ella le agradezco tantas satisfacciones que me ha dado el patinaje este tiempo... también la culpo de las frustraciones, que para eso es también un coach: para tener alguien con quién quejarse jejeje (:

2 comentarios:

  1. Anónimo6.6.10

    hasta ahora vengo leyendo tu articulo de parte I,II Y III de tus historia del patinaje y me senti profundamente alagada de que apareciera mi nombre!!!!!!
    Extrano darte clases, que buena alumna resultaste ser!

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  2. Anónimo28.1.12

    Hola. Eres admirable pues no te diste por vencida. Tengo una niña de 9 años que le encanta patinar, es una niña atrevida, le gusta también mucho la gimnasia pero no sé a donde llevarla. Vivo en Ecatepec, edo.de México, si sabes de algún lugar te lo agradeceré mucho. Lorena.
    arik1998@hotmail.com

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